Mi experiencia con la halterofilia

Mi primera experiencia con ella fue con 14-15 años. 

No hablo de mi primera novia, hablo de algo más frío y pesado. 

Bueno más frío sí. Más pesado no sé. 

Estoy hablando de mi primera experiencia con una barra olímpica y con la halterofilia. 

Fue de casualidad, buscando un gimnasio cerca de mi casa, en un polideportivo en mi barrio. No recuerdo muy bien cómo llegué a dar con esas clases de halterofilia. Lo que sí recuerdo es que di el paso con mi amigo Marcos. 

Marcos era un chico que me sacaba 2 cabezas y 2 cuerpos. Era el gigante de clase. Con una fuerza que nos cogía a 2 a la vez y nos partía por la mitad. Menos mal que éramos coleguitas. 

Tampoco sé cómo le convencí de ir a probar un gimnasio. 

El caso es que le gustó la idea y se animó. Y a mí me vino de puta madre. 

Como digo, no recuerdo cómo llegamos a parar allí. Supongo que la curiosidad. 

Yo pensaba que halterofilia era lo que hacían los culturistas y esa idea me gustaba. 

Arnold era culturista. 

Eso me flipaba y me animó a probar. 

Era una pequeña sala medio abandonada, al más puro estilo old school, llena de hierros largos y discos tirados por el suelo. 

Y magnesio. Mucho magnesio flotando por el ambiente. 

Los entrenadores eran dos chicos que nos sacarían unos 4 o 5 años. Uno alto y delgado, con gafas, pelo rizado y cara un poco de pardillo y el otro más bajito y con cara y cuerpo más de deportista. 

Luego resultó que el alto era campeón de España y el bajito campeón de Madrid. Lo que tienen los prejuicios. 

Allí nos plantamos a ver qué nos contaban y empezamos a hacer un calentamiento corto. 

De milagro calentamos. 

Yo creo que porque me vieron y se pensarían que igual se me iba a partir un brazo o algo. Yo era muy largo y tirillas y apenas podía con la barra de 20Kg. Ojo que eran 20 kilazos. 

Joder era 1/3 de lo que pesaba en esa época. Yo estaba tiernito. También era ¼ de lo que pesaba mi amigo Marcos. Él estaba más hecho. 

En aquella época ningún chaval de 14-15 años sabía qué era una barra olímpica. Aunque ahora yo creo que tampoco. 

Pues bien, mis entrenadores estaban empeñados en que tenía que subir la barra por encima de mi cabeza, así que, me dejaron unos zapatos muy raros con una cuña de madera en el talón. Me estaban enormes. Me los puse y me dijeron que me agachase a hacer una sentadilla. Esos 

zapatos me ayudaban a hacer las sentadillas, pero ni de coña me ayudaban a sostener la barra que pesaba como un muerto. 

Así que, visto lo visto, en los siguientes meses se propusieron darme mucha caña físicamente en el gimnasio. 

La intención era buena, pero los pesos que me ponían en los ejercicios que me mandaban no era tan buena elección. 

Para mi cada entrenamiento era un infierno, no por duro, sino porque no podía apenas hacer lo que me decían. Y mi amigo Marcos sí… 

Eso me llevó a hacer que pensara que eso no era para mí. GRAN ERROR. 

Me desmotivé. 

O qué coño, yo iba motivadísimo de casa todos los días, los que me desmotivó fueron mis entrenadores. Seguramente por falta de experiencia en el campo del entrenamiento a otras personas. 

Soy de los que piensa que casa hay que venir llorado y motivado, lo que un entrenador, un profesor, un jefe o un padre tiene que hacer es no desmotivarte. 

Lo más importante que tiene que hacer. No desmotivarte joder. 

Pues mi GRAN ERROR fue dejarlo. Fue un gran error porque curiosamente, casi 20 años después conocí el Crossfit, que curiosamente, uno de sus 3 pilares fundamentales es la halterofilia. 

Aunque le duela a algunos halteras puristas, la realidad es que, gracias al Crossfit, muchísima gente se ha lanzado a especializarse un poco más en este bello deporte olímpico, como es la halterofilia y ahora cualquier practicante de Crossfit que quiera mejorar su nivel, se preocupa un poco de saber qué es una barra olímpica y para qué sirven esos zapatos tan raros con cuñas. 

Alguien que ha hecho Crossfit al menos durante 1 año, entiende los movimientos de la halterofilia. 

En fin… 20 años después, me hice instructor de Crossfit y monitor de halterofilia. Para quitarme la espinita, porque esa mierda me gustaba y me dejó con las ganas 20 años atrás. 

¿Quién sabe qué habría pasado, si en vez de desmotivarme y dejarlo, hubiese seguido luchando y hubiese conseguido desarrollar habilidades y la fuerza suficiente como para ser capaz de levantar la barra por encima de mi cabeza? 

Lo que viene siendo hacer un overhead squat. 

De todo este rollo quédate con esto que es lo más importante: 

De casa hay que venir motivado. De lo que se tiene que encargar un entrenador, un profesor, un jefe o tu padre es NO DESMOTIVARTE. 

Si tu entrenador, profesor, jefe o tu mismo padre se preocupan de eso, el resto solo depende de ti.

2 comentarios en “Mi experiencia con la halterofilia”

  1. Pingback: Mi experiencia con la escalada – UrbanFitPlace

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